ENTRE VERDUGOS Y CABALLEROS

El domingo 26 de junio, el seleccionado argentino de fútbol perdió la final de la Copa América ante la sólida selección chilena. En un país de tan profunda pasión futbolística como el nuestro, este nuevo segundo puesto en una competencia internacional se vivió con los sentimientos propios de una frustración desconsoladora, con ribetes de catástrofe nacional.

Surgieron desde el abismo de la intolerancia “los verdugos” de siempre. Los que piden renuncias, los que con intemperantes adjetivos “destrozan” a reconocidos ídolos que ellos mismos, ayer, entronaban. Los pueblos endiosan y demonizan con irrespetuoso e irracional vértigo a sus referentes.
Lógicamente todos deseábamos el triunfo de nuestra selección, la cual cuenta con Leo Messi, el mejor jugador de fútbol del mundo.  Cuando “la pulga” dispara ese fallido tiro penal, la Nación quedó sin aire. La zozobra inundó el ánimo del pueblo y el desconcierto reinó cuan drástico tirano despiadado. Humanamente falló el hombre al que TODO le pedíamos, al Superman del balompié, al mariscal Rommel del verde campo de juego. 
Todos los grandes erraron penales, desde Diego a Carlitos Tevez. El domingo fue el turno de Leo.
Las imposiciones sociales poseen en ocasiones una fuerza de opresión que paraliza. El fuera de serie Messi creció a la sombra de la leyenda viviente de Diego Maradona. Con la exigencia de igualarlo y trascenderlo. No es el estilo de motivación del hombre del Barcelona.
Ser tildados de “cebollitas” no es una vergüenza. Argentina sigue entrenando, insistiendo, golpeando la puerta del tan ansiado primer puesto, que de seguro llegará.  
El fútbol eclipsó injustamente un gran logro de la LEONAS del hockey, que ganaron por tercera vez consecutiva la Champions Trophy ante Holanda, consagrándose el seleccionado que más ganó este importante título internacional en la historia de este deporte.  Esta final se jugó en Londres, y Argentina, en los últimos siete años de juego, lo ganó seis veces. Un ejemplo de constancia y tesón que no es difundido en nuestra patria con la profundidad e importancia que en verdad tiene.
Los verdugos de la selección y de Messi en particular, continúan haciendo estragos con sus desafiladas hachas de pura impotencia propia ¿Se reclamarán a sí mismos la mitad de los logros que exigen a otros? ¿Tan perfectos e infalibles son que su “honor” los conduce a no soportar un segundo puesto?
Dejemos de lado esa inconsistente estupidez de que “los segundos puestos no valen” ¿Un segundo puesto de un cuadro de honor de calificaciones universitaria no vale?
Para vivir se necesita insistir voluntariosamente en nuestros objetivos. Es la gran enseñanza del deporte. Los últimos de hoy, trabajando disciplinadamente con férrea voluntad serán los primeros de mañana. El deporte argentino está creciendo constantemente al igual que todos los rubros atléticos. Es la muestra de una Nación con ideales y objetivos trascendentes.
Por fin, los caballeros aparecieron con su noble armadura de indulgencia y tolerancia y le pidieron al mejor jugador de fútbol del mundo que se quede en la Selección Argentina, que lo valoramos y lo queremos.  
Leo Messi realizó lo máximo que pudo, es un buen hombre y un ídolo genuino. Si menospreciamos a Leo Messi estaremos destruyendo mucho de lo bueno y correcto que tenemos en nuestro interior. Que lo positivo domine la furia del resentimiento. Culpamos cuando en verdad nos reprochamos a nosotros mismos.
Debemos como sociedad mostrar respeto y cariño por nuestros representantes deportivos.
Existen quienes buscan ser más altos cortando cabezas ajenas. Las fallas delos otros no disculpan las nuestras.
Los caballeros, que son la inmensa mayoría, dicen: ¡Adelante ARGENTINA, fuerza Messi, ustedes son nuestro equipo!
¡Gracias selección de fútbol!
¡Gracias LEONAS por la garra de siempre!

           Máximo Luppino

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