¡Somos felices, hemos visto a los sauces crecer! Desde aquella pequeña e indefensa rama, apenas erguida de cara al sol; hasta apreciar hoy el poderoso árbol de sombra generosa, refugio cálido de mil pájaros.
Somos felices, hemos observado al hombre duro de corazón comenzar a sonreír.
Fuimos protagonistas de un tiempo que arraso arcaicos dogmas y estableció un protagonismo activo de los pueblos. Fuertes vientos de cambios orientó a las sociedades hacia la participación ciudadana.
Un día nostálgico y lluvioso vimos al General Perón retornar a nuestra patria, vimos a nuestros viejos llorar, la emoción fue tremenda, un sabor a triunfo se respiraba en los barrios populosos, una energía revitalizadora se hacía presente en las ciudades. El sutil e indestructible hilo de la historia una vez más sujetaba al líder con su pueblo.
Padecimos a los discípulos de la violencia a nuestro rededor, pretendiendo teñir todo de rojo sangre, balas e ideologías torpes se confundían en universidades y fabricas, oficinas y talleres. Parece que sin dolor no hay aprendizaje, y toda la República sufrió el mal del autoritarismo.
Pero la esperanza fue más fuerte, y la sociedad volvía entusiasta a escuchar el clamor de las urnas.
Mientras los sauces continuaban creciendo, regalando hojas verdes al invierno que se alejaba, expandiendo ramas, brindando sombras de paz a los buscadores de respuestas perfectas.
El árbol de navidad ya está listo con sus guirnaldas y luces, con sus dorados destellos, con su fe familiar intacta. Pero el árbol del niño DIOS no sólo se caracterizo en hermosos pinos, también en las puebladas humildes son álamos, alcanfores, paraísos y sauces…
Lo importante es la revitalización de la FE. El profundo agradecimiento al creador, y estas horas de luz que todo lo comprende.
¡Somos felices, nos sentimos útiles para con nuestros semejantes!
¡Somos felices, estamos construyendo un día mejor para nuestra patria!...
Miremos con atención el árbol navideño, quizás entre sus brazos de rugosa piel encontremos parte de una niñez que jamás murió. Tal vez encontremos señales nuevas de los seres queridos que nos aguardan “en la otra orilla”.
La navidad es una oportunidad para perdonar y emprender nuevos desafíos. La navidad siempre está. Igual que DIOS está siempre presente en cada aliento que respiramos.
Hoy será un día mejor. Hoy somos felices por ver a nuestros sauces crecer…
Máximo Luppino
Máximo Luppino: Brisas de armonía
Publicado por
Periodico Martin Fierro
martes, 11 de diciembre de 2012
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