ALBERTO FERNÁNDEZ, LA SALIDA ES EL CONSENSO

 La persona correcta debe rubricar constantemente su rectitud con más virtud y bondad. ¡Es un requisito de vida ineludible e indispensable!


Alberto Fernández se presentó en sociedad como candidato a presidente de la Nación recostado en su identidad política de componedor, de hombre de consenso. Fue esta característica, más los desastres del gobierno de Mauricio Macri lo que condujeron a Alberto al sillón de Rivadavia.     


Cuando el presidente de la Nación se mostró coherente a su esencia dialoguista pudo sumar voluntades a la noble causa de una comunidad organizada y solidaria. Entonces su horizonte se tornó certero y luminoso. Así ocurrió gran parte del 2020, en la primera etapa de la pandemia. Por lo contrario, cuando se mostró solitario y “autosuficiente” en tomar decisiones nacionales casi en soledad sus días transitaron por el oscuro e ingrato callejón del error político.


 ¡Nadie triunfa a espaldas de su auténtica identidad!


Alberto debió mantener el diálogo asiduo y constante con TODOS los gobernadores, en especial con los de la oposición. Inclusive, con el señor Jefe de Gobierno de Buenos Aires, Rodríguez Larreta. 


El que ostenta un cargo de la envergadura de la presidencia nacional debe seguir a rajatablas el mandato del General Juan Perón tres, veces presidente de la Nación, cuando exhortaba incansablemente a la persuasión como herramienta excelsa de acuerdos políticos. 


Clases presenciales sí o no en estos momentos dramáticos de segunda ola de COVID se torna en debate por falta de diálogo previo con los actores políticos de la comunidad, inclusive falta de conducción y comunicación con la “propia tropa”. Ministros “heridos” no suelen funcionar bien…


La educación se puede atenuar, la cultura jamás. De cara a nuestra naturaleza evolucionante siempre enseñamos, siempre aprendemos. ¡La educación depende de la cultura!


Alberto Fernández debe avanzar por el campo de batalla con su propia montura de andar, siendo jinete de sus íntimas convicciones. De lo contrario sus horas por llegar serán demasiado amargas.  


Los yerros de Alberto son ampliamente disimulados por la especulación política de Larreta y Cambiemos en general. Ya que se está ocasionando mayor daño social por tan magno enfrentamiento político y jurídico que por la ausencia presencial de 10 días en las aulas. Las consecuencias de estas jornadas de tristes desencuentros dirigenciales pueden llegar a ser muy dañinas para la Nación. Siempre hay tiempo para pelear y enojarse, pero no siempre hay oportunidades para conciliar…


Alberto Fernández debe retomar su certero sendero de propias convicciones para beneficio de la patria y su pueblo. Esto en consenso y diálogo extremos siempre. 


Poseemos firmes esperanzas en que el presidente realice gestos concretos de amplio consenso en una Argentina difícil de gobernar. 


Aún estamos a tiempo. El presidente posee respaldo de la gente para encarrilar sus métodos comunicacionales y su capacidad de persuasión que sabemos que tiene. 


El esfuerzo de tolerancia y paciencia es de todos. Practiquemos la actitud positiva efectiva. Seguro nos va a ir mucho mejor…




                      Máximo Luppino

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