Para nuestro punto de vista, la convicción es bienvenida en
el terreno de una mente fértil. En cambio, el fanatismo es un estado emocional
próximo a la ceguera intelectual de la cual hay que resguardarse.
Para intentar apreciar las diferencias entre estos dos términos
que corrientemente se confunden, plasmaremos las definiciones correctas de
estos términos:
Convicción: se dice de la seguridad de conciencia que tiene
una persona de la verdad o certeza de lo que piensa o siente.
Fanatismo: es una pasión exacerbada, desmedida y tenaz,
particularmente hacia una causa religiosa o política, o hacia un pasatiempo o
hobby.
Cuando las convicciones son sostenidas firmemente y se incorpora
una ciega pasión en la causa que se esgrime no es raro presenciar cómo las
altas y nobles convicciones se tornan en burdo y cruel fanatismo.
Podríamos afirmar que las personas que portan convicción son
fácilmente tolerantes de las convicciones ajenas, y se nutren y evolucionan indagando
la amplia diversidad de pensamientos y opiniones del concierto humano.
En cambio, el fanático se enceguece y ofusca ante las
manifestaciones de puntos de vistas distintos al suyo. Los términos traidor y
enemigo están prontos a ser disparados por la exaltada verborragia del
fanático. Incluso prende el fuego de la hoguera o prepara la cuerda de la horca
hasta para personas que poco tiempo atrás eran compañeros de camino. La
pasional ceguera no le permite apreciar las partículas de belleza que reina en
otros criterios. Alguien dijo que: ”¡El deporte preferido de los ignorantes es
el fanatismo!”
Concebimos a hombres de fe seguidores de distintas religiones
conviviendo en armonía, toda vez que el gran denominador común es un DIOS
creador omnisciente, fuente de toda verdad y generador de un amor universal
ilimitado.
Los hombres que nos sentimos parte del Movimiento Nacional
Justicialista debemos honrar nuestros ideales y exhibir nuestras convicciones
con fraternidad y respeto. Recordando aquel tratado del General Perón: “La
fuerza es el derecho de las bestias”. Esto es la más concreta manifestación de
que los hombres debemos relacionarnos entre sí a través de la razón y la lógica
junto a una inquebrantable tolerancia por las diversas opiniones.
Continuemos esgrimiendo con sinceridad nuestras convicciones sin
caer en las garras del fanatismo.
Máximo Luppino.



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