Enrique Santos Discépolo


Compositor, dramaturgo y cineasta, fue el autor de afamados tangos: Yira-yira, Cambalache y Uno, entre muchos otros. Su obra corona uno de los momentos más complejos y ricos de nuestra cultura popular. Se cumple un nuevo aniversario de su nacimiento.

Enrique Santos Discépolo, al igual que Homero Manzi, vivió una época convulsionada por los cambios sociales, políticos y económicos. La industrialización y crecimiento de las ciudades, la lucha de los sectores populares por incorporarse a la vida política y los nuevos medios de comunicación –la radio y el cine– cambiaron la sociedad argentina. La vida de Discépolo discurre entre dos mundos enfrentados: el de la Década Infame –el derrocamiento de Yrigoyen, el Crack del ‘30 y el fraude de los gobiernos de la Concordancia– y el advenimiento del primer gobierno Peronista y su política bienestar. Los acontecimientos de la Semana Trágica (1919) lo conmocionan, lo inclinan a interesarse por la situación de los trabajadores y de aquellos sectores más sufrientes. Así, desde muy joven, la vida bohemia lleva a Discépolo a recorrer los barrios proletarios, lo que le permitió conocer el alma del trabajador y las necesidades del pueblo. Nunca pudo mantenerse al margen del dolor ajeno y eso alimentó su compromiso con los más necesitados. 

Hijo de Santo Discépolo –un músico italiano– y de Luisa Deluchi, nació el 27 de marzo de 1901. La vida lo golpeó de pequeño, en 1906 murió su padre y en 1910 su madre. Luego de una estancia con sus tíos, su hermano Armando –dramaturgo, 14 años más grande que él– se hace cargo de su educación. Muy pronto, Enrique descubre su falta de vocación para el estudio y comienza una vida bohemia. 

Discépolo llega al tango después de haber incursionado, con suerte dispar, en la autoría teatral y la actuación. A los quince años debutó como actor en la obra “El Chueco Pintos” –de Armando Discépolo y Rafael José de Rosa– y en 1918, en el Teatro Nacional, estrenó su primera obra teatral “El Duende” escrita junto a Mario Folco. Luego de algunos intentos menores, en 1925 se estrena la obra teatral “El organito”, una feroz pintura social bosquejada junto a su hermano. Su primer protagónico en teatro fue en “Mateo” una obra escrita por su hermano.

Por estos años, entabla amistad con una gran cantidad de artistas, todos ellos con un fuerte compromiso social: Juan de Dios Filiberto, Benito Quinquela Martín, Guillermo Facio Hebecquer, Elías Castelnuovo y Roberto Mariani. Sus ideas lo impulsan a convertirse en un autor de canciones populares, lo que es resistido por el hermano mayor. Los comienzos son difíciles: en 1926, en Uruguay y bajo una estridente silbatina, se estrena su primer tango, “Que vachaché”. Al año siguiente escribe “Chorra” pero es tal su decepción que no la da a conocer. Sin embargo, su suerte cambia cuando Azucena Maizani acepta incluir “Esta noche me emborracho” en su repertorio y le abre las puertas al éxito. Ese mismo año conoce y se enamora de quien lo acompañaría toda su vida: Anita Luciano –Tania–, una cantante española.  

El 10 de ocubre de 1930, Carlos Gardel graba “Yira Yira” lo que consolida su carrera como compositor y lo lanza a la popularidad. Sobre el dramatismo de su letra, Discépolo declara: “El drama no es invento mío. Acepto que se me culpe del perfil sombrío de mis personajes -por aceptar algo nomás-, pero la vida es la única responsable de ese dolor. Yo –honradamente–, no he vivido la letra de todas mis canciones, porque eso sería materialmente imposible, inhumano. Pero las he sentido todas. Me he metido en la piel de otros y las he sentido en la sangre y en la carne. Brutalmente. Dolorosamente." 

Los primeros años de la década del ’30 son prolíficos en letras de tango: “Carillón de La Merced” –letra junto a Alfredo Le Pera–, “Confesión” –letra junto a Luis César Amadori–, “¿Qué sapa señor?” y “Sueño de juventud” –estas dos últimas con letra y música de su autoría–. En 1932, hace la letra y música de un foxtrot, “Por qué te obstinas en amar a otro si hoy es lunes”; una marcha, “Porvenir” y un tango, “Secreto”. En 1934, escribe “Cambalache” para la película “Alma de Bandoneón” –que se estrenó en 1935 con Libertad Lamarque como protagonista– y “Quién más, quién menos”. 

Enrique Santos Discépolo también incursionó en el cine, como intérprete, director, guionista, o musicalizador (Ver detalle en la cronología). Entre sus producciones más recordadaa se encuentra “El hincha”, dirigida por Manuel Romero –guión del propio Moreno, Julio Porter y Discépolo–, y protagonizada por Discépolo junto a Diana Maggi, Mario Passano y Renée Dumas, entre otros.

En la década del ‘40, dada su múltiples proyectos ligados al cine, la producción de tangos de Discépolo disminuye: en 1940, escribe “Martirio”; en 1941, “Infamia”; y a fines de 1943, “Uno” con música de Mariano Mores. En sintonía con la tendencia romántica que se impone en el tango de los ’40, todos ellos abordan el tema del fracaso amoroso.

Durante el gobierno del general Pedro P. Ramírez, el Ministro de Justicia e Instrucción Pública, Gustavo Adolfo Martínez Zuviría (Hugo Wast), forma una comisión presidida por el Monseñor Gustavo Guareschi que tenía por finalidad censurar el lunfardo, por lo que condenó varios tangos de Discépolo. El autor de Cambalache, junto con la Comisión directiva de SADAIC se reunió con el Secretario de Trabajo y Previsión, Coronel Perón, para plantear el problema de la censura. Según Tania, Discépolo conoció a Perón en Chile. Desde entonces, comenzaron a verse con asiduidad y forjaron una amistad que muy pronto incluyó a Evita. 

La exitosa política de bienestar llevada por Perón, en la Secretaría de Trabajo y Previsión y luego en su primer Gobierno peronista –crecimiento del salario real, creación de los tribunales de trabajo, la indemnización por despido, el sueldo anual complementario, el Estatuto del Peón de Campo y la Jubilación, entre muchas otras–, hicieron de Discépolo un ferviente seguidor de su causa. Esta adhesión le costó la antipatía de la pequeña burguesía que empezaba a ver con preocupación el acceso de la clase trabajadora a restaurantes, los teatros, los cines y los lugares de veraneo que hasta entonces era de su exclusivo uso. 

Hacia 1950, se comenzó a emitir “Pienso y digo lo que pienso”, un programa por radio en defensa del gobierno peronista. Los libretos de Abel Santa Cruz y earn leídos por reconocidos actores: Luis Sandrini, Lola Menbrives, Pierina Dealessi, Tita Merello y Juan José Migues, por mencionar algunos. En junio de 1951, Discépolo es invitado a hacer la audición y, aunque en un principio se resiste, luego lo acepta a condición de escribir sus propios libretos. 

Así, el 11 de julio de 1951, Discépolo inicia su defensa de la Revolución Nacional. Aparece “Mordisquito” un personaje que representaba al opositor sistemático, con críticas livianas y abstrusas, al gobierno peronista. Muy pronto Discépolo comienza a ser hostigado por ciertos sectores de la sociedad: recibe llamadas con amenazas, lo hostigan en los lugares públicos y, hasta Ricardo Balbín – candidato presidencial de la UCR– lo agrede en un discurso. Disacépolo le contesta el día siguiente con su famoso monólogo “... yo no lo inventé a Perón, ni a Eva Perón.”

En 1951, Discépolo visita al presidente Perón en la Casa Rosada y le anuncia que, pesar de la ferviente adhesión al gobierno, pensaba irse del país. No soportaba más el agravio y la amenaza constante. Incluso Balbín, candidato de la UCR, lo denigra en un discurso. Discépolo muere el 23 de diciembre de 1951 y es velado en SADAIC, donde una multitud –y el General Perón– despide al gran poeta

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