Agradecemos la gentileza del Periodista Sebastian Dumont por publicar la nota de Maximo Luppino sobre el último discurso de Juan Domingo Peron.
| "El último discurso" |
| Jueves, 07 de Junio de 2012 01:15 |
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El 12 de junio de 1974 el general Perón, presidente de la Nación Argentina, habla con su pueblo en la mítica Plaza de Mayo. La comunión entre el Líder incomparable y su gente fue excelsa, perfecta desde las insondables coordenadas espirituales. Una vez más, la varita mágica de la genuina poesía política tocaría el alma del carismático Jefe. El primer trabajador abrazaba a la república toda en la calidez de su gran comprensión. Los más humildes, los necesitados, los “descartados” por la banal sociedad acartonada y superflua se sintieron queridos y respetados por el primer mandatario.
Era revivir ese romance histórico que jamás pudieron opacar ni los más sangrientos cañonazos de los golpistas de siempre. Los 17 años de exilio de Juan Domingo Perón no hicieron otra cosa que fortalecer aún más la indisoluble relación del conductor con el pueblo.
El justicialismo volvía a tomar una gran bocanada de oxígeno cósmico y las banderas de los ideales argentinos flamearon como nunca lo habían hecho… Los corazones parecían detenerse, los segundos se convertían en torbellinos de pasión incontenibles… Hablaba PERÓN en la Plaza. Nuestra doctrina reflotaba y los próceres de antaño sonreían alegres desde el infinito cielo. El peronismo está despierto, ese peronismo que no puede comprenderse sólo desde las bibliotecas, menos desde las prosaicas universidades. El justicialismo que se siente en la piel y se sostiene sobre la base del sacrificio de tantos militantes. Perón nos decía ese día:
“Yo sé que hay muchos que quieren desviarnos en una o en otra dirección; pero nosotros conocemos perfectamente bien nuestros objetivos y marcharemos directamente a ellos, sin dejarnos influir por los que tiran desde la derecha ni por los que tiran desde la izquierda.
Compañeros, con este agradecimiento quiero hacer llegar a todo el pueblo de la República nuestro deseo de seguir trabajando para reconstruir nuestro país y para liberarlo. Esas consignas, que más que mías son del pueblo argentino, las defenderemos hasta el último aliento.
Para finalizar, deseo que Dios derrame sobre ustedes todas las venturas y la felicidad que merecen. Les agradezco profundamente el que se hayan llegado hasta esta histórica Plaza de Mayo. Yo llevo en mis oídos la más maravillosa música que, para mí, es la palabra del pueblo argentino.”
Una cascada de lágrimas humedeció el rostro del pueblo, era el último discurso. El general sabía que la eternidad reclamaba su presencia, y cual un padre preocupado daba las más preciadas recomendaciones a su querida familia.
Todos debimos conjugar al justicialismo sin el general cerca de nosotros, pero aprendimos a ver a EVA y a JUAN en el sentimiento de tantos compañeros que mantienen encendida la llama del peronismo. Hoy renovamos nuestros votos de lealtad para con nosotros mismos, para con nuestra raza, nuestra argentinidad, para con la identidad generosa y fraternal que debemos continuar construyendo. La historia continúa y continuará más allá de nuestras personas, pero el AMOR por las causas nobles jamás muere, jamás pasa de moda.
En el silencio de las convicciones más íntimas guardamos nuestros recuerdos queridos, en ese lugar sagrado descansan la imagen de Perón y Eva Perón…
Máximo Luppino
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