Recuerdos de un peronista x Jorge Porcel
Relato Peronista acercado por el compañero Jose Maria Di Giorno.
"Fue a los dos años de aquellas elecciones. Yo era monaguillo de la iglesia de la Inmaculada Concepción, en Belgrano. Un domingo muy especial para mí, quedó como el primero en que pude estar cerca del General. El padre Filippo, un sacerdote muy discutido en esa época, daba misa a las 10 de la mañana y esa vez concurrieron a la iglesia Juan Domingo Perón y su esposa, María Eva Duarte de Perón. Yo -como siempre- hice de monaguillo y me tocó estar casi pegado a él. Además, tuve que sostener la bandeja donde la señora Evita recibió el cuerpo de Cristo dentro del suyo. Cuando terminó la misa con palabras del padre Filippo, Perón se acercó a mí y me acarició la cabeza. Eso fue todo, pero imagínense... me había tocado el Presidente. Estuve todos los días y creo que la agrandé un poco; que me había dado la mano, que habíamos hablado un rato. En fin, cosas de chicos que a veces también hacen los grandes. Ah, y además creo que estuve más de una semana sin lavarme la cabeza..."
"Campeonatos Evita. El país hervía por deseos de practicar deportes. Fangio triunfaba en Europa, en 1950 salimos campeones mundiales de básket (todavía recuerdo cómo definió "Balazo" Del Vecchio el partido contra EE.UU.). En 1951 todavía estaba caliente ese Campeonato Panamericano que ganamos, inclusive con récords como el de Ricardo Hevert en jabalina. Y claro, no podía ser de otra manera: los Campeonatos Evita fueron un éxito, pues sólo a él se le ocurrió en este país ocuparse de los niños como debía ser, porque los chicos son el único armamento de que disponemos para forjar la patria futura.
"Todo esto que me sale así, tan espontáneamente, que no le sorprenda al lector. Porque a mí me toca la solemnidad, o jugarla de solemne, solamente cuando hablo de Perón y de mi país.
"Pero déjeme que siga recordando. La final del partido por el Campeonato Evita de 1952, por ejemplo, fue entre los equipos Evita Morning Star, de Rosario y Arsenal, donde jugaban muchachos como Angelillo, Cap y otros que con el tiempo fueron estrellas en la Argentina y en todo el mundo. Al final del primer tiempo, se hizo un impasse de media hora durante el cual se realizaron las finales de los torneos de atletismo. Yo en esa época hacía lanzamiento de bala (tenía 14 años, pero era muy alto para la edad y ya pesaba 78 kilos).
"Subimos tres al podio. Horacio Haedo, ganador, el colorado Fernández y yo, que salí tercero. Perón, que estaba presenciando las finales, me dio personalmente mi medalla y me preguntó de dónde era. Yo le dije que de Avellaneda y él me contestó: "Ese es un baluarte de fierro". No sé por qué, pero en ese momento me sentí metalúrgico. Y no debe ser casualidad, porque resulta que yo cumplo años el 7 de septiembre, casualmente el día del metalúrgico.
"Aparte de la medalla, gané una copa que mi viejo llevaba con orgullo en el colectivo. Cuando llegamos a casa, mi vieja, llorando de alegría, me dijo que me había visto por televisión desde un aparato que estaba en la vereda de la Óptica Peyrallo, de Avellaneda. A la sazón, ese día fue, además, el primero en que aparecí por televisión."
(Jorge Porcel, Revista "Las Bases", Año 3, Nº 137, 26 de marzo de 1975)




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