“Cuánta gente hoy se lava las manos de los problemas de los demás. Frente
a tantas situaciones difíciles de enfermedad, de injusticia, de falta de
oportunidades y muchas otras, miran para otro lado o como se dice ahora: se
hacen los distraídos. No se meten. Y no es así, Jesús nos enseña que hay que
meterse. Hay que meterse sirviendo a los demás” (Semana Santa - Abril de 2012 /
Homilía del ex arzobispo de Buenos Aires, padre Jorge Bergoglio)
Durante un par de meses
he ido postergando la intención de sentarme a escribir un par de líneas
introductorias referidas a una de las problemáticas sociales que más nos
alarma: las drogas. Años de trabajo y experiencia en este terreno me impulsan a
la (humilde) pretensión de dar visibilidad comunitaria al fenómeno, de
explicarlo, de tratar de mostrarlo desde las múltiples facetas y aristas que lo
conforman, de generar prevención y tejer puentes a través de mis palabras.
Fijar conceptos dispersos. Ayudar
a la comprensión de que no todo consumidor es un adicto, o que no todo adicto
es un delincuente. Entender que detrás de una persona que depende de una
sustancia hay un hermano que pide ayuda en silencio. Instar a trabajar en la
reconstrucción de las redes de contención social que se constituyen en factores
de riesgo o de protección, según el caso. Erradicar la tolerancia social y el
imaginario de inocuidad de ciertas drogas. Demostrar desde la evidencia
empírica y científica las graves consecuencias, tanto personales como sociales,
que trae aparejado el consumo de sustancias psicoactivas. Alertar a los padres
sobre el abuso de alcohol entre nuestros jóvenes, evidenciar los daños
neuronales que se generan en cerebros en plena maduración, y empezar a
preocuparnos en serio por estos excesos cada vez más aceptados. Refutar las
fantasías del falso progresismo, que pretenden imponer el derecho a la
autonomía del autodaño, y señalar que como criaturas de Dios no puede existir
semejante posibilidad. Conceptos dispersos…
Insisto. La idea de redactar esta
breve columna
sobre drogas venía postergándose, con el riesgo de quedarme en
una potencialidad permanente. A menudo, metrallas de realidad me sacuden, me
conmueven y me motivan nuevamente al compromiso de hablar sobre drogas. Justamente
ayer, en las cercanías de la estación de tren, un muchacho aspiraba pegamento
sentado entre cartones y botellas. Una postal que, para muchos, ya no
sorprende, ya no conmueve. Comienzo a temer por la victoria de la indiferencia
social, cuyo síntoma principal es el acostumbramiento a mirar la vida con las
cuencas vacías y el corazón en piloto automático.
Frente a un escenario de ruptura
y fragmentación, de sentimientos pétreos, la llegada de Francisco ciertamente
me ha movilizado. Un hombre que ha caminado las villas, que sabe del
sufrimiento de los más desposeídos y marginados. Un hombre que desde siempre, y
repitiendo el gesto que Jesucristo tuvo con los discípulos en la Última Cena,
acostumbró arrodillarse frente a los jóvenes adictos y lavar sus pies. La
cotidianeidad de Bergoglio entre nosotros estuvo dominada por esta entrega, por
este compromiso, por este ejemplo de vida.
Mi columna va tomando forma y
sentido. Mi cercanía con el grupo de curas que desempeña su labor pastoral en
nuestras villas, mi amistad con el querido padre “Pepe” Di Paola, y el respaldo
permanente del nuevo Papa al movimiento de curas villeros me hacen sentir
(humildemente) muy próximo a nuestro Santo Padre en esta tarea de profundo
compromiso. Sucede que para quienes trabajamos en el tema de las adicciones,
saber que desde ahora tenemos en Roma un enorme aliado en la lucha nos exige
redoblar esfuerzos, nos intima a sembrar semillas y difundir la palabra.
Creo que nadie puede ser
indiferente a la llegada de un nuevo Pontífice. Siempre algo genera, hasta en
los no creyentes o escépticos. Pero siento que esta vez, como nunca antes, la
invitación a mirar la ciudad con ojos cálidos y el corazón flameante nos golpea,
con ternura e insistencia, la puerta de nuestros hogares.
Durante un par de meses he ido
postergando la intención de sentarme a escribir un par de líneas introductorias
referidas a una de las problemáticas sociales que más nos acucia: las drogas. Hasta
hoy, hasta este punto. Seguido.
@woodesteban
Asesor de la subsecretaría de Salud Mental y Atención de las Adicciones del Ministerio de Salud de la provincia de Buenos Aires y ex vocero de la SEDRONAR – Presidencia de la Nación.
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